Recientemente, estudios in silico han indicado que los fitoquímicos presentes en el aceite de oliva son un candidato potencial para actuar contra el SARS-CoV-2. Aunque se han realizado extensos estudios sobre el aceite de oliva y su composición fitoquímica; aún así, persisten algunas lagunas en la comprensión de cómo la composición fitoquímica del aceite de oliva depende del procesamiento previo. Las vías de señalización reguladas por el aceite de oliva en la restricción de diversas enfermedades tampoco están claras.
Para responder a estas consultas, se revisó en este sentido una búsqueda detallada de artículos de investigación y revisión publicados entre 1990 y 2019. Se descubrió que el consumo de aceite de oliva es ventajoso para diversas enfermedades crónicas no transmisibles. Los componentes del aceite de oliva tienen potentes actividades antiinflamatorias y, por lo tanto, restringen la progresión de diversas enfermedades relacionadas con la inflamación que van desde la artritis hasta el cáncer. Pero también es notable que la cantidad y la naturaleza de la composición fitoquímica del aceite de oliva doméstico están reguladas por su procesamiento anterior y las propiedades fisicoquímicas de este aceite pueden dar una pista sobre el método de fabricación y su terapéutica.
Además, se debe controlar la ingesta diaria de aceite de oliva, ya que una ingesta excesiva puede provocar un aumento de peso corporal y un cambio en el índice metabólico basal. Por lo tanto, se puede concluir que el consumo de aceite de oliva es beneficioso para la salud humana y, en particular, para la prevención de enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama e inflamación. La forma sencilla de procesar el aceite de oliva mantiene los componentes polifenólicos y proporciona más protección contra las enfermedades no transmisibles y el SARS-CoV-2.
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